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Alfredo Cuellar

De la cancha a Harvard: Cómo el basquetbol formó mi trayectoria académica

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“La ambición es el camino hacia el éxito. La persistencia es el vehículo en el que llegas”.

Bill Bradley

INTRODUCCIÓN

Cuando el legendario Coach Hagedorn, en Alemania, del equipo de basquetbol Bayer 04 de Leverkusen me dijo: “Mexikaner, cuídame al 10, te saca casi dos pies de estatura, pero tú sabes bien lo que tienes que hacer”. Terminó sus instrucciones con una sonrisa maliciosa.  Nos fuimos al centro, pusimos nuestras manos juntas y gritamos los cinco jugadores: “BAYER”, corriendo a iniciar el juego.  A los 10 minutos el equipo contrario, cambió a su gigante frustrado de que no había logrado una sola canasta. El mexicanito de sólo 5.8 (1.75 m) había logrado que un jugador de unos 6.10 con un buen promedio de puntos por juego se fuera a la banca frustrado. ¿Cómo era posible que yo me enfrentara a jugadores donde mi frente les llegaba a sus pectorales y pudiera ser un buen defensa limitando sus anotaciones y sus tableros?

Este artículo explica de cómo lo que aprendí en el basquetbol me sirvió en mi vida académica convirtiéndome en el primer mexicano que enseñó en Harvard.

ACTITUD, ACTITUD, ACTITUD

Nadie puede ser líder, nadie puede ganar, nadie puede lograr algo significativo, sino cree honesta y con plena convicción que puede lograrlo.  El que empieza un juego, está convencido que ganará o que puede ganar y depende de él y sus compañeros lograrlo. Este es el principio y el final de todo lo que conduce a una victoria.  Platiquen con cualquier deportista, cualquier psicólogo del deporte, cualquier coach exitoso, les dirán lo mismo. Quien entra a un juego con miedo, dudas, desconfianza, ya está derrotado. La actitud de un deportista explica, marca y resulta en todo lo que logra. La actitud persistente de decir: “Seré más rápido, saltaré más alto, seré más certero, le ganaré, se traduce en realidad.

Esa misma actitud, la tuve aquella mañana que acudía a iniciar mi primera clase en Harvard como profesor.  Ese día de finales de agosto de 1980 repetía en mi mente antes de entrar al salón: “Seré el mejor maestro, contestaré con precisión e imaginativamente las preguntas de mis alumnos, seremos un equipo todos aprendiendo, todos ayudándonos y recibiré las más altas evaluaciones de mis alumnos”. En perspectiva, ese día y el primer juego en la Bundesleague de Alemania, eran muy parecidos, en éste era un gimnasio repleto de gente.  En el primer caso era un salón de clase con 18 alumnos en la Escuela de Educación de Harvard.

DISCIPLINA Y PERSISTENCIA

El entrenamiento y el estudio son dos hermanos separados sólo porque el primero es con todo el cuerpo, el segundo es con el cerebro.  Así como el entrenamiento constante en el basquetbol es crucial para mejorar las habilidades en la cancha, la disciplina en el estudio y la preparación es esencial para el éxito académico. La capacidad de mantener un régimen estricto de trabajo me permitió abordar proyectos académicos con la misma intensidad y enfoque.

Alimentarse bien, no desvelarse, no abusar de diversiones, jugar basquetbol regularmente en donde estuviera, reflexionar antes del juego, antes de una clase o de una reunión con colegas, son las mismas habilidades que sólo cambian de contexto. De la misma manera que me levantaba a las 5 AM para entrenar, me levantaba a la misma hora para ir a la biblioteca.  De forma semejante en que me parecía desfallecer porque no podía más en un entrenamiento, igual sacaba fuerzas para concentrarme en las páginas de libros que leía cuando me parecía que se me cerraban los ojos de cansancio. Seguía en mi vida la misma estructura que había usado en el basquetbol, ahora adaptado a las arenas académicas.

  

TRABAJO EN EQUIPO

En el basquetbol, el éxito depende de la capacidad de trabajar como equipo, entender las fortalezas y debilidades de tus compañeros, y contribuir a un objetivo común. Esto se traduce perfectamente en el mundo académico, donde la colaboración entre colegas, la coautoría en investigaciones y la enseñanza en equipo son fundamentales.

Sin embargo, jugué en decenas de equipos y trabajé igual en cerca de 20 universidades y los contextos que en teoría deberían ser muy parecidos, como lo explico al principio de esta sección, el mundo académico es -primitivo- para trabajar en equipo, comparándolo con la cultura de solidaridad avanzada que existe en el deporte.

En las universidades todo está estructurado para estimular los egos y la competencia individual.  A diferencia de los coaches y entrenadores que son generalmente respetados y obedecidos por los jugadores, los dirigentes académicos, jefes de departamentos, decanos (directores de facultad), vicerrectores y rectores son personas con escaso conocimiento del valor de trabajar en equipo.

Muchas veces llegué a pensar que era un plan institucional de los dirigentes administradores de la academia promover y estimular los conflictos entre profesores; al hacerlo, más se benefician los funcionarios universitarios, porque evitan que las facultades se unan en contra de las autoridades.  Fue triste mi experiencia de intentar tratar a colegas en la academia como trataba a compañeros de equipo.  Invariablemente encontré envidias, traiciones, escasa o nula visión de las ventajas de trabajar en equipo y poca solidaridad para causas comunes.

Debo reconocer que mi vida como directivo, Jefe de Departamento, Decano, y Director de instituciones de investigación fue generosamente aprobada porque actué como un capitán o un coach de un equipo de basquetbol.  Constantemente apelé a la unidad para ser más fuertes, dirimí conflictos, aprendimos a resolverlos evitando que escalaran y les mostré caminos de que colaborando todos ganábamos, siempre poniendo a los alumnos en primerísimo lugar.

Las evaluaciones de la facultad que siempre eran un instrumento de represalia o para apoyar a aliados en las fórmulas políticas de los contextos educativos y particularmente universitarios, yo como dirigente, las convertía en los instrumentos de progreso y superación profesional.  Empezaba por siempre hacer públicas mis propias evaluaciones.

En el basquetbol una derrota es el camino para aprender y ganar próximos juegos; una mala evaluación en la academia debería ser lo mismo.  Las victorias en el basquetbol están precedidas de muchas derrotas, las buenas evaluaciones en la academia son los resultados de muchos fracasos por críticas de alumnos y directivos que se reflejan en las evaluaciones negativas.

  

TOMA DE DECISIONES BAJO PRESIÓN

En la cancha, tomar decisiones rápidas y bajo presión es clave y parte de las rutinas. Esta habilidad se transfiere a la vida académica, especialmente en situaciones como dirigir proyectos, tomar decisiones estratégicas para departamentos académicos, o manejar discusiones difíciles en el aula, o terminar un proyecto solicitando fondos cuando la fecha está muy cercana.

Me acuerdo cuando en un intenso juego, sacaron a cinco jugadores de nuestro equipo por cometer cinco faltas.  De los cinco que quedábamos jugando dos teníamos cuatro faltas. La decisión de poner distancia de los oponentes para no tocarlos siquiera y que no nos marcaran faltas fue instintiva en los que quedábamos, a pesar de que eso facilitaba que nuestros enemigos en la cancha pudieran anotar fácilmente.  Eventualmente, nuestra decisión funcionó y ganamos el juego habiendo jugado los últimos minutos con sólo cuatro jugadores porque uno de nosotros acumuló las cinco faltas.  Las decisiones deben ser rápidas, no hay tiempo de discutir o deliberar.

En la academia, en mi vida de estudiante de posgrado, quería estudiar el doctorado en Educación Física, fui a ver al Jefe del Departamento en la Universidad de Alabama y le dije que había sido admitido al doctorado pero que no tenía dinero para pagar mis estudios.  Me dijo: ve a ver a este profesor.  Fui y lo vi. Le expliqué que anhelaba estudiar mi doctorado en Educación Física pero no tenía recursos económicos.  Me contestó: “Yo te doy una beca y trabajo, pero no para Educación Física, te lo ofrezco para Administración Educativa”.  Contesté: “¿Lo puedo pensar?”  Su respuesta con una gran sonrisa y viéndome intensamente fue: “¡Claro!, tienes 10 segundos para pensarlo”.  Mi vida cambió con esa pregunta y mi respuesta instintiva. Debía tomar una decisión rápida.  Las oportunidades llegan y son meteóricas en el basquetbol o la academia y se toman bajo presión.

  

LA ADVERSIDAD ES EL CAMINO DEL TRIUNFO

Ya expliqué antes que uno aprende de las derrotas. Pero antes hay otro aprendizaje por el que se pasa.  Cuando el empeño en una justa deportiva con raya en los sobrehumano, pero culmina en una derrota deja a cualquier deportista frustrado y aniquilado, sobre todo y mucho más cuando uno tuvo en los segundos finales de un partido un tiro libre para empatar o ganar y lo falló.

Muchas veces sentí que le fallé a mi equipo, que debí hacer más.  Otras sentí que fueron otros miembros de mi equipo los que fallaron.  La derrota, sin embargo, era para todo el equipo. Pronto uno aprende que cada minuto de pena y depresión, no sólo no cambia ningún resultado, sino que le resta a uno y al equipo entero tiempo para enmendar lo que se hizo mal. Igual, culpar a otros compañeros o a los árbitros nada cambia y mucho perjudica al ánimo de todo el equipo. Este es aprendizaje previo antes de aprender de las derrotas.  Los sentimientos de hacerse uno víctima, o de culpar a otros es una gran barrera para ser mejor.

Cuando perdí un juego de campeonato por haber fallado un tiro libre, me propuse nunca irme de la cancha al terminar una práctica sin tirar 100 tiros libres y encestar un mínimo de 90.  Muchas veces me quedaba en 89 y volvía a empezar. Era un solitario enloquecido buscando la perfección en los tiros libres.  Esa costumbre logró que muchos más juegos se ganaban porque yo encestaba los tiros libres.

El deporte enseña a superar las derrotas y a aprender de ellas. Esta resiliencia es crucial en la academia, donde las ideas pueden ser desafiadas por colegas o por profesores en otras universidades, los artículos son rechazados con demasiada frecuencia y los proyectos pueden enfrentar obstáculos de muchos tipos. La capacidad de perseverar y adaptarse buscando soluciones, no culpables es una de las cualidades más importantes para el éxito a largo plazo.

En una ocasión presenté un artículo cuyo tema etnográfico de estudiantes exitosos hispanos me emocionó mucho.  Mi artículo fue rechazado, uno de los jueces que rechazó mi artículo fue despiadado con sus críticas. Decía que era una vergüenza leer esas contribuciones, que el autor (yo) no sabía nada de etnografía y muchas cosas negativas más de esas que atacan el ego de los mejores. Por segundos me frustré, pensando que hubiera podido decir lo mismo constructivamente y no ser tan cruel. Pero también en pocos segundos, lo que aprendí en el basquetbol me hizo transformar el mismo artículo, y someterlo en menos de una semana a la misma revista.  Esta vez mi contribución no sólo fue aceptada, eventualmente fue premiada como el mejor artículo académico etnográfico del año. La crueldad de aquel juez fue mi motor que me motivó a cambiarlo y probar mi valía.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

  

De la cancha a Harvard: Cómo el basquetbol formó mi trayectoria académica

2ª Parte

“La ambición es el camino hacia el éxito. La persistencia es el vehículo en el que llegas”.

Bill Bradley

Este artículo presenta la peculiar fusión del basquetbol con la academia.  El autor fue jugador profesional de basquetbol en Europa integrante del equipo BAYER 04 de Leverkusen, el equipo más legendario en esta especialidad en la República Alemana.  Con su escasa estatura después de un año de participar en ese equipo, decidió abrazar la vida académica y con una Licenciatura, Maestría y Doctorado de la Universidad de Alabama llegó a convertirse en el primer mexicano y mexicoamericano enseñando en la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard.

En la 1ª Parte que antecede a esta publicación, el autor nos explica cómo fueron sus experiencias adquiridas en las canchas jugando basquetbol lo que creó la personalidad y cualidades profesionales que lo hicieron triunfar como académico. Se refiere a la importancia de la actitud, la disciplina y persistencia, el trabajo en equipo, la toma de decisiones bajo presión, y cómo la adversidad es el camino al triunfo.  El autor hace comparaciones y pone ejemplos de cómo lo que aprendió en el basquetbol en esas áreas, lo usó en su carrera académica.

Este artículo culmina esta contribución refiriéndose al: liderazgo, la visión estratégica, la ética de trabajo, concluyendo que de la misma manera que un atleta intenta dejar huella, el académico igual busca lo mismo.  Misma meta en contextos diferentes.

LIDERAZGO

Como jugador de basquetbol tuve roles de liderazgo en la cancha, fui capitán muchas veces en muchos equipos motivando a todos y guiándolos hacia la victoria. En la academia, este liderazgo se manifestó en la dirección de investigaciones, la gestión de grupos de trabajo y la formación de nuevas generaciones de académicos.  Como dije en la sección referente al Trabajo en Equipo, no fui exitoso con compañeros en recintos académicos; éstos estaban en una cultura formidable de competencia e individualismo, pero como dirigente en las funciones de liderazgo todo fue diferente y fue gracias a lo que aprendí en el basquetbol.

Eventualmente, el tema de liderazgo me llevó a consolidarme como un especialista, académico, escritor y consultor en estos temas primero aplicado a la educación, y eventualmente de organizaciones diversas.

Mi experiencia en las canchas como líder me trajo muchos beneficios como profesional y más importante, fue muy útil a las organizaciones que se beneficiaron de mis enseñanzas y consultorías.

En una ocasión, hicimos una gira para jugar con diferentes equipos en México.  Éramos estudiantes de preparatoria, yo era jugador, capitán y entrenador.  Uno de nuestros jugadores nos daba constantes problemas.  Se desvelaba, se levantaba tarde, retrasaba las salidas del autobús por sus retardos.  A veces se perdía en las noches y a todos nos creaba preocupación. Nos acompañaba un profesor que era un gran maestro y que gracias a él habíamos logrado el permiso de la preparatoria en Matamoros y la renta del autobús.  Sin embargo, éste no intervenía en asuntos del equipo.

El problema descrito del miembro del equipo que no se disciplinaba hizo crisis.  Llamé a una reunión emergente con todos.  Me acuerdo de que empecé diciendo.  “Nadie puede ser un buen capitán si no enfrenta los problemas, y todos sabemos que este jugador (dije su nombre) ha sido un dolor de cabeza permanente. Hemos hablado con él, y no ha respondido.  Con pena en mi corazón, propongo que juntemos un dinero, se lo demos y se vaya a donde quiera o tenga que irse porque él ha perdido su lugar en este equipo y en esta gira.”  Para mi sorpresa, no hubo nadie que lo defendiera, él quiso balbucear algo en su defensa, y el profesor respondió.  “Es lo mejor, he hablado numerosas veces contigo y parece que te regocijas en darnos problemas”. Acto seguido aquel muchacho recogió sus cosas, obviamente tomó el dinero escaso que le pudimos dar, pero que le alcanzaba holgadamente para regresar y nunca volvimos a saber de él.  Tenía yo 17 años, pero el basquetbol me había hecho un adulto para tomar decisiones como líder.

Años después decía con firmeza a mis alumnos en los cientos de clases que di sobre liderazgo: “Lo que está mal en una organización debe atenderse, corregirse y enmendarse.  Cuando eso que está mal proviene de una falla humana y este ser humano no muestra empeño en mejorarse, que nadie se toque el corazón para hacer lo que los líderes tienen que hacer, deshacerse de la fuente generadora del mal.  Sigan sus procedimientos y protocolos legales, pero háganlo con determinación. No hacerlo es igual a que todos le pierdan el respeto al jefe y es un estímulo a que otros hagan lo mismo.  Una manzana podrida descompone a todas las demás.”

  

VISIÓN ESTRATÉGICA

El basquetbol requiere una comprensión profunda de la estrategia, anticipando los movimientos del oponente y ajustando tácticas sobre la marcha. Esta habilidad estratégica es invaluable en la investigación académica, donde anticipar las tendencias en tu campo y desarrollar enfoques novedosos es clave para innovar.

Muchas veces en mi medio siglo en aulas universitarias tuve que usar visiones estratégicas.  Dos que sirven de ejemplos de visiones inspiradas en el basquetbol que cambiaron mi vida para siempre fueron: cuando después de escuchar los ideales y visiones de Manuel Cavazos Lerma, Gobernador del Estado de Tamaulipas traduje su visión en algo operativamente estratégico creando, con el apoyo de este funcionario el Instituto Tamaulipeco de Investigación Educativa y Desarrollo de la Docencia.  Esta gran experiencia merece describirse con detalle en otra parte, pero baste decir que han pasado tres décadas de su funcionamiento y todavía me encuentro profesores jubilados en mis conferencias que me dicen: “Doctor que cosa más grande y maravillosa fue El Instituto, todavía tengo la colección de todas las revistas que publicaron.  Mi maestría la saqué con ustedes. ¿Por qué desapareció? Fue lo más bueno que ha tenido Tamaulipas en educación”.

La segunda visión fue la creación de la disciplina La Micropolítica: El Ejercicio del Poder.  Aunque algo de esto me lo habían inspirado otros autores, me propuse darle todo un tratamiento académico con bases teóricas y sistematización de su concepción, uso, y desarrollo. Todo muy parecido a lo que uno hace como jugador, y más como entrenador cuando inventa nuevas jugadas de acuerdo con las características de los jugadores para sacarles mejor provecho y teniendo en cuenta a quién se enfrenta uno.

ÉTICA DE TRABAJO

El esfuerzo constante en el deporte es un reflejo de la ética de trabajo que he aplicado en mi carrera académica. El deporte me enseñó la importancia del compromiso, la dedicación, y el empeño con las metas, valores que sin duda he llevado en mi vida profesional.

La ética no es sólo invento de uno, la dan los entrenadores, los jefes en la academia y los rectores. Estos lo recuerdan constantemente a través de la dimensión simbólica en sus discursos en eventos especiales.

Siempre me pregunté en mi trabajo académico y como jugador de basquetbol, ¿qué tanto la práctica refleja los valores que nos identifican como miembros de este equipo, o institución educativa?  Las respuestas a esas preguntas guiaban mi comportamiento y mis participaciones en reuniones, bien sea del equipo cuando era jugador, o de colegas cuando era profesor investigador.

CONCLUSIÓN

Muchas cosas más y multitud de ejemplos podría ofrecer acerca de cómo el basquetbol me dio el bagaje profesional para triunfar en los recintos académicos.

Termino diciendo que así como un atleta busca dejar su marca en el deporte con una entrega absoluta, y mis experiencias me llevaron de Matamoros, Tamaulipas a Colonia y después a Leverkusen de la entonces Alemania Occidental, jugando una temporada como jugador profesional ganando el campeonato nacional alemán y después jugando en la Copa Europea contra equipos de numerosas naciones del continente europeo; igual  he buscado y logrado dejar un impacto significativo en el ámbito académico, siendo el primer mexicano en enseñar en Harvard.

Al reflexionar sobre cómo estas experiencias en el deporte me dieron la confianza y la ambición para alcanzar logros pioneros en la educación superior de México y de Estados Unidos.  De ninguna manera sugiero que todos los académicos que jugaron basquetbol tendrán una vida exitosa.  Sólo aseguro que, en mi caso, las enseñanzas provenientes de mi experiencia en el basquetbol fueron la estructura que orientó y facilitó mi vida académica en instituciones educativas.

Como colofón diré que aun cuando mi edad y mi colección de lesiones me cobran una reducción de mi motricidad, sigue siendo un momento bendecido jugar a mis casi 80 años un jueguito, o una 21, como decimos en Matamoros, con mi nieto Remko. Me gustaría jugarlo con Mateo, otro nieto, que es mayor, pero éste anda muy ocupado siguiendo su destino.

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