Códigos de poder
Por David Vallejo*
El papa Francisco, primer jesuita y primer latinoamericano en la historia del papado, falleció el día de hoy tras años de liderazgo en una etapa profundamente desafiante para la Iglesia. Su pontificado se distinguió por un enfoque reformador, centrado en la justicia social, la migración, el medio ambiente y la reestructuración de la Curia. En un mundo marcado por la desafección religiosa, los escándalos internos y el avance del secularismo, su figura representó una apertura sin precedentes, generando tanto admiración como tensiones dentro de los círculos más conservadores del Vaticano. Con su partida, se abre un nuevo capítulo incierto para una institución que carga sobre sus hombros dos mil años de historia.
El papado ha sido, desde su origen, una de las instituciones más poderosas de la historia. Su influencia ha atravesado imperios, guerras, revoluciones, avances científicos y cambios culturales. Su papel ha trascendido lo espiritual para convertirse en un eje de transformación política y social que ha dejado su huella en la civilización occidental y más allá. Desde la Roma imperial hasta el mundo globalizado, el Vaticano ha sido testigo y protagonista de algunos de los eventos más trascendentales de la humanidad.
Pedro, el apóstol, es considerado el primer líder de la Iglesia en Roma, aunque la estructura del papado como institución tardaría siglos en consolidarse. Su martirio bajo Nerón lo convirtió en el punto de origen de la sucesión apostólica, un linaje que más tarde reclamaría su derecho a gobernar sobre todos los cristianos. Antes de establecerse en la Ciudad del Vaticano, los papas gobernaban desde el Laterano. En 1377, Gregorio XI trasladó definitivamente la sede al Vaticano, sellando la historia del cristianismo.
Desde entonces, el poder papal modeló el curso del mundo con decisiones que transformaron la política y la cultura. León III cambió la geopolítica al coronar a Carlomagno como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en el año 800, marcando el nacimiento de una Europa cristiana donde la Iglesia dominaba tanto como la espada. Urbano II, en 1095, con un solo discurso, incendió Europa al llamar a la Primera Cruzada, desencadenando siglos de conflicto entre cristianos y musulmanes. Alejandro VI, el infame Rodrigo Borgia, utilizó su posición para favorecer a su familia con un descaro sin precedentes, repartiéndose el Nuevo Mundo entre España y Portugal con la firma del Tratado de Tordesillas.
Las crisis han acompañado al papado a lo largo de los siglos. Durante el Cisma de Occidente, la Iglesia llegó a tener tres papas simultáneamente, cada uno reclamando la legitimidad. Benedicto IX vendió el papado como si fuera una propiedad, un escándalo que ejemplifica el grado de corrupción en tiempos medievales. Pío XII enfrentó el dilema de condenar con firmeza los crímenes del nazismo o maniobrar con prudencia para proteger a los católicos en una Europa en llamas.
Algunos episodios han sido macabros y surreales. En el año 897, el papa Esteban VI ordenó desenterrar el cadáver de su predecesor, el papa Formoso, para someterlo a un juicio post mortem. El cuerpo fue vestido con vestimentas papales y colocado en un trono para enfrentar acusaciones de perjurio y ambición. Este evento, conocido como el Sínodo del Cadáver, culminó con la anulación de todos los actos de Formoso y la mutilación de su cadáver. Un reflejo de las pugnas internas en el corazón del Vaticano.
Otro de los casos más enigmáticos es la leyenda de la Papisa Juana. Según una versión medieval, una mujer disfrazada de hombre ascendió al trono papal en el siglo IX bajo el nombre de Juan VIII. Su género fue descubierto cuando dio a luz durante una procesión. La veracidad de esta historia ha sido cuestionada, aunque la idea de una mujer en el trono de San Pedro se ha convertido en una de las leyendas más persistentes y simbólicas del Vaticano.
En el siglo XIV, el Atentado de Anagni expuso la fragilidad del poder papal ante las monarquías. El papa Bonifacio VIII fue secuestrado en su residencia de Anagni por agentes del rey Felipe IV de Francia en un intento de forzarlo a abdicar. Aunque fue liberado, el episodio marcó un punto de inflexión en la relación entre el papado y las casas reales europeas, evidenciando que la autoridad papal podía ser desafiada con impunidad.
El papado ha influido en la concepción del arte y la arquitectura. Julio II dirigió la Iglesia e impulsó el Renacimiento con su mecenazgo. Fue el artífice del encargo a Miguel Ángel para pintar la Capilla Sixtina, un acto que fusionó lo divino con la genialidad humana en un fresco inmortal. Inocencio X vio en Velázquez a un testigo visual del poder y permitió la creación de uno de los retratos más imponentes de la historia. León X, de la familia Médici, convirtió a Roma en la capital del arte y la cultura, aunque con un costo económico que llevó al descontento que daría origen a la Reforma protestante.
El siglo XX trajo consigo un pontífice que redefinió el papel de la Iglesia en la política global. Juan Pablo II se convirtió en un símbolo de resistencia ante los regímenes comunistas de Europa del Este. Su respaldo al movimiento Solidaridad en Polonia encendió una chispa que recorrió todo el bloque soviético. Sus discursos, sus visitas a países bajo el dominio del Kremlin y su encuentro con Mijaíl Gorbachov en 1989 sellaron el reconocimiento de que el comunismo estaba en retirada. Meses después de su intervención, cayó el Muro de Berlín y la URSS entró en una crisis terminal.
El siglo XXI trajo un evento sin precedentes en seis siglos. En 2013, Benedicto XVI renunció al papado, algo que no ocurría desde la dimisión de Gregorio XII en 1415. El mundo vio dos papas coexistiendo, el emérito y el reinante, una imagen que desafió siglos de tradición y que sigue generando preguntas sobre el futuro del liderazgo eclesiástico.
El futuro de la Iglesia Católica se encuentra en una encrucijada. La disminución de fieles en Europa, el crecimiento exponencial del cristianismo evangélico en América Latina, la expansión de nuevas corrientes espirituales, los desafíos éticos del siglo XXI y las heridas abiertas por los señalamientos de abusos clericales ponen a prueba su capacidad de transformación. El próximo papa podría profundizar las reformas de Francisco o inclinar la balanza hacia una restauración del tradicionalismo.
El papado ha sido ocupado por 266 hombres a lo largo de la historia. Algunos dejaron huellas imborrables, otros pasaron desapercibidos, pero todos sostuvieron en sus manos el peso de la fe de más de mil millones de personas. La Iglesia ha atravesado guerras, cismas, revoluciones, avances científicos y cambios de paradigma. Ha sido un trono de poder, un epicentro de fe y, en ocasiones, un campo de batalla ideológico. Mientras el mundo siga transformándose, el destino de la Iglesia dependerá de quién porte el anillo del Pescador.
*Politólogo y consultor político especialista en temas de gobernanza, comunicación política, campañas electorales, administración pública y manejo de crisis. Cuenta con posgrados en Estados Unidos, México y España.Esposo amoroso, padre orgulloso, bibliófilo, melómano, chocoadicto y quesodependiente. Actualmente publica sus columnas en distintos medios en Texas, Tamaulipas y Veracruz.